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Lo que nos cuesta a los pozueleros el homo grafiticus

Lo que nos cuesta a los pozueleros el homo grafiticus

Leo en una red social el siguiente post: “Primer día sin toque de queda. Algunos lo llaman arte, yo solo espero no pillarte”, y adjunta las fotografías de la persiana de un conocido negocio hostelero de Pozuelo, llena de pintadas, así como las paredes y otros elementos de la terraza.


Cuando cae la noche y finaliza el toque de queda transpandémico, el homo grafiticus más o menos pijo sale de su madriguera para marcar su territorio, cual perro meón. Lo hace ocultamente mientras sus padres piensan que está charlando amigablemente con sus amigos en la calle. Su modo de vestir se corresponde con sus estrafalarias pintadas, que no comunican nada coherente y son un culto al feísmo y un ataque a la sensibilidad cromática.

También podría ocurrir que en la mayoría de los casos sea simplemente falta de educación, o despreocupación paterna, o rebeldía, o qué sé yo.

El caso es que las pintadas proliferan por doquier y en Pozuelo también. El Ayuntamiento informaba hace poco de un nuevo plan de eliminación de grafitis: solo en este año el Gobierno municipal destinará más de 80.000 euros a borrar esos exabruptos.

captura 2021 05 10 a las 7.47.54Con tu dinero y el mío se eliminan pintadas de fuentes y monumentos, calles, plazas o zonas verdes, bancos, farolas, barreras acústicas, mobiliario urbano de publicidad, contenedores…

También se limpian fachadas, muros de cerramiento u otros elementos exteriores de los edificios municipales, y los exteriores de domicilios particulares o edificios de entidades sin ánimo de lucro, siempre que la superficie a limpiar limite con la vía pública, incluidos los cerramientos y puertas de acceso.

80.000 euros al año que deberían pagar estos artistas del feísmo. Y si no tienen dinero para hacerlo no vamos a castigar a sus padres, pero qué bonito sería ver a estos jóvenes vándalos amigos de lo ajeno realizar trabajos sociales en beneficio de todos los pozueleros: limpiar esas pintadas, barrer, recoger colillas y papeles, recordar a otros jóvenes la importancia de la distancia entre personas en pandemia, informar por la calle de actividades municipales para todos los vecinos…

No sé el encaje legal que tendría esta iniciativa pero estoy convencido de que acabaría con muchos problemas de convivencia y falta de responsabilidad.

Estos niñatos no se ponen en la piel de los demás. Quizá vería bien sus pintadas si primero las hicieran en el salón de su casa o en la puerta de entrada. Pero me temo que ahí no. En casa son modositos.

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