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El Papa en Barcelona

El Papa en Barcelona


Un tal Gomá, representante de un conjunto de grupúsculos de orígenes subversivos y herederos (abintestato) de la criminal barbarie social-comunista que, integrados en ICV-EUiA (Iniciativa per Catalunya Verds y Esquerra Unida i Alternativa), ha llegado a teniente alcalde de Barcelona, nombrado por el regidor socialista Hereu, ha escrito un artículo en la revistilla oficial del ayuntamiento, ‘Barcelona informació’, sobre la figura del Papa y su próxima visita a Barcelona. El panfleto está plagado del escuálido conjunto de los indigentes tópicos habituales de la ignara masa izquierdista: intolerante, hipócrita, anacrónico, etc., e invita a manifestarse (a arremeter) contra él. Algunas personas los consideran insultantes para el Papa pero creo que sólo podemos ver en ellos el vil gruñido del terrorista potencial que no afecta al Papa más que si le ladrara un perro rabioso (por más que resulte difícil estar alejado del animal).

No podemos, en efecto, tratar a los socialistas y comunistas como a seres responsables y menos aún a su mezquina nomenclatura gay. No podemos considerar que puedan odiar como si fueran personas cuando en realidad son sólo seres genéricos, todos iguales, productos de serie que usan y tiran las logias a las que sirven en cuanto dejan de ser reactivos útiles para destruir instituciones meritorias. En cierto modo es lo que hace repelente a la mayoría de los seres humanos su objetivo igualitario y explica la férrea resistencia a ser como ellos; aunque están incapacitados para entenderlo y lo siguen pretendiendo.

Es lamentable que la que fuera una importante ciudad europea haya sido hundida en el fango del localismo por estos vulgares lenguaraces. Es un grave deshonor para Cataluña tener estos representantes políticos, esbirros de mafiosos poderes ocultos. Ciertamente el sistema los promociona al posibilitar el acceso al poder por mecanismos que nunca aceptará un ser humano decente o con inteligencia, pero no deja de ser grave que todas sus “conquistas históricas” se reduzcan a un conjunto de chantajes para expoliar a pueblos laboriosos como el catalán.

Los que celebramos con alegría la venida del papa a España debemos perdonar para no ser socialistas ni comunistas, pero no podemos abdicar de ser personas cediendo al empuje de la barbarie del poder que utiliza a individuos como éste para implantar las ideologías de clase o de género (de los sin clase o de los sin-género), para no acabar siendo como ellos.

Debemos hacer algo por los demás para no ser socialistas ni comunistas; ellos nunca aportan nada que no sea extorsión o chantaje para acceder al poder, rebuznar más alto y apropiarse de lo ajeno, pero no deberíamos permitir que las empresas en la que prestamos servicios estén sometidas y controladas por las políticas de esta casta repelente de sanguijuelas.

La duda, en mi modesta opinión, no es tanto la forma de reaccionar ante la reiteración de las bravuconadas que instintivamente reproducen estos serviles lacayos de las logias -bastaría ignorarlas-, sino algo similar a cómo podríamos vivir en una ciudad o un mundo donde agresivos perros rabiosos pasean a sus anchas por las calles y se instalan en el poder democráticamente, expulsando del inmenso espacio público que ellos mismos definen a quienes rehúsan ser infectados por su ideología y, para ello, debemos hacer algo más que quejarnos.

Juan Antonio Martínez

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