Carta de Pablo Perpinyà sobre su decisión de no volver a ser candidato de Somos Pozuelo a las municipales
Hace unos meses me preguntaron en una entrevista qué era lo más difícil de ser concejal en mi pueblo y contesté que la imposibilidad de separar lo personal y lo político. Hoy me reafirmo en aquella respuesta, pero quizás para reivindicar positivamente esta forma de entender la política municipal. Un planteamiento que te hace llevar las emociones a flor de piel, con el que las victorias se celebran como un gol en el último minuto y las derrotas te hunden en la más profunda decepción. La política cuando en vez de ser mera gestión aséptica incorpora raíces, identidad y sentido de pertenencia, se convierte en un arte capaz de levantar pasiones, construir pueblos y conquistar derechos. Hoy, coincidiendo con que cumplo años, 29 para ser más exactos, quiero aprovechar para echar la vista atrás y despejar algunas incógnitas de cara al futuro.
Pozuelo es mi hogar desde que tengo memoria. Todas sus imperfecciones y todos los matices que pudiera hacerle son para mí el relieve del lugar en el que he crecido y eso me lleva a encajarlos como quien asume un defecto propio. Deseo cambiarlos, transformarlos en un sentido progresista, pero no me oirá nadie renegar de mi pueblo porque sería tanto como hacerlo de mí mismo. Y es que “ser Pozuelo” no es una identidad divisible, cuyas partes puedan seleccionarse al gusto del interesado. Algo así solo produce artificialidad. Al contrario, el único camino posible para el cambio pasa por la asumir la realidad social, política y cultural de esta ciudad, tal y como es. Pozuelo es su tejido asociativo, como también lo son sus barrios históricos rodeados de todo ese urbanismo impersonal, también “son Pozuelo” sus entornos naturales privilegiados, sus fiestas patronales e, incluso para un ateo como yo, su Virgen de la Consolación. Todo ello define un ecosistema complejo, contradictorio, y apasionante para alguien que ha tenido la suerte de poder crecer, personal y políticamente, aquí.
Cuando en el final de 2014 decidí presentarme a las elecciones municipales tenía tantas intuiciones como poca experiencia. Hacer política en el local de una asociación de vecinos, en la universidad o desde los movimientos sociales, te marca de por vida, pero no te convierte automáticamente en un buen representante público. Este es un registro diferente que yo tuve que aprender sobre la marcha y en cuyo proceso pude contar con muchos amigos que son, en buena medida, quienes me han ayudado a liderar este proyecto. En tres años y medio he discutido, negociado, discrepado e incluso llegado a acuerdos con un Gobierno que me ha situado, una vez tras otra, como el adversario a batir con todo el orgullo y responsabilidad que ello supone para alguien en mi posición.
Han sido tres años y medio de trabajo duro, pero mentiría si dijera que todo ha sido una carrera de obstáculos. Al contrario, he recibido un trato increíble por parte de casi todo el mundo, desde los trabajadores municipales, sindicatos, asociaciones, clubes deportivos, bandas de música, comerciantes o medios de comunicación. Me he sentido respetado y valorado incluso por aquellos que tiene ideas diferentes, y esto ha contribuido a hacer, si cabe más difícil, la toma de la decisión de repetir como candidato o no. Una decisión propia del momento en el que nos encontramos, a seis meses de las elecciones y que, más allá de cuestiones políticas, tiene una carga emocional importante para mí.
En los últimos meses muchas personas me han animado a volver a presentarme, algo que agradezco enormemente por la confianza que demuestran tener en mí. Por mi parte siempre he contestado algo en lo que creo firmemente y es que no iba a ser candidato a la Comunidad de Madrid y al Ayuntamiento de Pozuelo simultáneamente. Eso significa que para mí Pozuelo tiene entidad propia y que no puede ser el segundo plato de nadie, por coherencia con lo que he defendido y por respeto a los vecinos de este pueblo. Y junto a ello algo que resulta evidente: las tareas de 2015 no son las de 2019 y por tanto, fuera yo u otro compañero, el proyecto que se presente en las próximas elecciones municipales debe prepararse, no simplemente para irrumpir en las instituciones, sino para posibilitar el primer cambio de Gobierno en la historia de Pozuelo. La negociación, la capacidad de llegar a acuerdos, la firmeza en los principios estratégicos y la flexibilidad en la táctica deben ser las líneas sobre las que se articule el nuevo proyecto que, por suerte, cuenta con una base sólida.
Con profundo agradecimiento para todos los que de una manera u otra me habéis acompañado este tiempo y con el convencimiento de que gracias al buen trabajo realizado en Pozuelo podré sumar esfuerzos para impulsar el cambio a nivel autonómico, os comunico que no seré el candidato de Somos Pozuelo a las elecciones municipales de 2019. Es una decisión meditada, difícil en lo personal, y pienso que correcta en lo político.
Mi compromiso con Pozuelo no terminará en mayo, como por otra parte todo el mundo sabe. A nivel político seguiré desempeñando la portavocía de Somos Pozuelo mientras dure la legislatura así como la coordinación general del partido hasta el próximo congreso que será en verano y en que evaluaremos el escenario político tras las elecciones municipales, autonómicas y quién sabe si generales. Hasta entonces mi prioridad a nivel municipal seguirá siendo hacer de mi grupo la punta de lanza de la oposición, controlando al Gobierno y proponiendo los cambios que deseamos que lleguen a partir de mayo. Un trabajo que coordinaré personalmente con los nuevos candidatos que serán elegidos tras un proceso de primarias y confluencia en las próximas semanas. Mi lugar estará junto a quienes nuestras bases decidan, apoyándoles y orientándoles, en todo aquello que esté en mi mano. Tenemos una materia prima extraordinaria en Somos Pozuelo así que no tengo duda de que quien finalmente se ponga al frente logrará los objetivos que nos marquemos.
Como no puede ser de otra manera nos seguiremos viendo por las calles de Pozuelo, en algún concierto de La Lira, en un partido del Olímpico, en el Día del Niño, en la Cabalgata de Reyes o simplemente un sábado cualquiera tomando el aperitivo en la Calle de Las Flores. En política, como en la vida, más allá de las victorias y de las derrotas, queda la autenticidad de las personas. No olvidar quiénes somos y de dónde venimos es un buen consejo que me dio un amigo y que me llevo en la mochila para tenerlo muy en cuenta allá donde me pongan los madrileños en mayo de 2019.
Gracias de corazón por todo. Un afectuoso abrazo pozuelero.
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