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La mujer de rojo y el hombre de corto en la procesión

 

Se están perdiendo las buenas costumbres, la educación y el protocolo. Entre nuestros responsables políticos municipales, también.


Y lo digo porque estuve en la procesión de la Virgen del Carmen, patrona de Pozuelo Estación, el pasado domingo. Estaba el obispo auxiliar de Madrid, Martínez Camino, y no me lo quería perder, y casi todos los concejales del Consistorio, de todos los colores políticos.

Qué vuelco al corazón me dio cuando vi a nuestra alcaldesa Pérez Quislant con un vestido rojo. Alegría, peligro, provocación, amor, conquista. Todo eso y mucho más me sugería. Pero pasión, sobre todo pasión. Así hace las cosas nuestra alcaldesa, con mucha pasión, y a veces con poca cabeza. El color estaba definiendo su personalidad. Y estaba elegante, para una boda.

Pero, señora Susana, las normas del protocolo hay que conocerlas. Quizá haya pensado en ponerse un vestido que hiciera juego con el solideo del obispo, pero el protocolo no es así. Las autoridades deben ir con traje o vestido oscuro. Una mantilla da un toque de elegancia y distinción, aunque tampoco era necesario. En todo caso, el rojo sobra en este tipo de acontecimientos. Paloma Adrados sí sabía vestirse para estas ocasiones.

Me pregunto si entre tanto asesor, la alcaldesa no tiene a nadie que sepa algo de protocolo. Y si tiene a alguien que domine el tema, si se atreve a decírselo, que no debe ser nada fácil.

En otro plano, pero como un pulpo en un garaje, estaba el concejal de Somos Pozuelo Unai Sanz. Es de alabar su presencia: es sabido que los podemitas son poco amigos de estos actos religiosos. Pero allí estaba. Eso sí, de pantalón corto, como si fuera de excursión al campo. El respeto también se manifiesta en el vestir. Así no, Unai.

Error por error, considero no obstante más grave el de la alcaldesa.

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