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El ritmo posee al Mira Teatro

El ritmo posee al Mira Teatro

El MIRA Teatro se rindió en la tarde del 15 de diciembre ante los cantos litúrgicos que trajeron a Pozuelo de Alarcón los componentes del American Gospel Singers. La cerca de veintena de miembros impresionaron a los asistentes con el virtuosismo de sus voces y el ritmo que imprimieron a cada una de las piezas de su repertorio.


La subida del telón, con un retraso de 25 minutos a causa de la demora de cuatro de los miembros del coro, que olvidaron su indumentaria en el hotel, permitió apreciar a quince doradas siluetas, que por las fechas en las que nos encontramos podrían confundirse con burbujas de Freixenet. No obstante, las primeras notas emitidas por esas voces prodigiosas demostraron que esa relación no guardaba relación alguna con la realidad. 

La comunión entre el coro y el público, que abarrotaba el auditorio, fue in creciendo a lo largo de la tarde, gracias, en gran medida, a los continuos esfuerzos de los artistas, que pedían reiteradamente la participación de los asistentes mediante sus palmas y repeticiones de estrofas. 

Pero el elemento desencadenante de la euforia final que imperó en el auditorio se encontró en el repertorio. Mientras la primera parte del concierto estuvo dominada por canciones más melódicas, en la segunda mitad imperaron temas con un ritmo mayor. En ella no faltaron versiones de las míticas ‘Stand by me’ o la archiconocida ‘Oh happy day’, canción con la que cerraron el concierto. 

Catarsis final
La última media hora de concierto se convirtió en un verdadero apoteosis. La gente se levantó de sus butacas a petición de uno de los vocalistas, y una vez en pie, no pudo reprimir sus ganas de bailar al son de la música.

Tras ese tema, pocos fueron los que volvieron a ocupar su localidad. Fue a partir de ese momento cuando el público de Pozuelo se tornó en un multitudinario coro, que repetía las estrofas cantadas por los componentes del American Gospel Singers. La platea se volvió un espejo en el que cada movimiento realizado por las sopranos, altos y tenores de la formación americana se reflejaba. 

La noche demostró que la vitalidad de estos prodigios vocales resulta contagiosa. Y el Mira Teatro no era inmune a su contagio. De ahí que todo el auditorio concluyese la actuación asegurando ¡Qué día más feliz! con el único acompañamiento de un piano, un bajo, una batería y, por supuesto, la voz.

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