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Apoyo al colega Garzón

Apoyo al colega Garzón


Quiero manifestar mi apoyo al super juez Garzón, pero por razones diferentes a las de la izquierda mundial que va desde los regímenes sudamericanos y fuerzas sociales más progresistas de España a los caviares del New York Times. Lo hago desde mi linda tierra boliviana a la que me he regresado después de que la empresa en la que he trabajado de becaria prescindiera de mi trabajo (dicen que temporalmente) por no acceder a las pretensiones sexuales de sus tiburones, a las que habitualmente se someten las becarias que acaban teniendo que ejercitar feamente el derecho al aborto que les ha conquistado la democracia española.

El juez Gazón, al que yo y toda la izquierda internacional consideramos el único juez honesto del mundo, ha sido condenado por espiar las conversaciones de los presos con sus abogados, insinuando además que eso es totalitario. Aunque él mismo no ha negado que lo hiciera ni que fuera ilegal, según él alega era necesario para perseguir el delito, me llegan rumores de que hay gente que le acusa de que lo hacía con ánimo de lucro, para enriquecerse pasando la información de la trama Gürtel al grupo de comunicación en el que yo misma he trabajado, según consta a mis lectores, que la ha ido publicando y dosificando según sus propias necesidades políticas y mercantiles. Obviamente no tienen pruebas de que le hayan pagado dinero al magistrado a cambio de la información que les facilitaba y el valor del apoyo mediático que hasta ahora le han dado no tiene precio porque es democrático.

Aunque yo no soy una perito en leyes, sí creo que debería ser atenuante el tener que trabajar bajo presión para una empresa tan poderosa como esa para la que ambos hemos trabajado; a diferente nivel pero colegas al fin y al cabo. Conozco sus métodos aunque sea desde la perspectiva de simple becaria. Obligan incluso a algunos estudiantes a no acabar sus estudios para que sigan teniendo el seguro médico educativo y no requerir pagarles seguridad social, ello a cambio de una mísera remuneración que no es ni siquiera salario y en un entorno laboral sexualmente liberal democrático. Son tan poderosos que no he visto a nadie de izquierdas, ni de sindicatos, ni de organizaciones feministas, ni de defensores de los derechos humanos, ni de tolerantes homosexuales, ni de otros medios de comunicación denunciar sus condiciones de explotación laboral y sexual a las mujeres pobres, pero las conozco bien y son dolorosas para alguien que, como yo, estuvo en contacto con miembros de Sendero Luminoso. Son tan poderosos que hay gente que los relaciona con la masonería que gobierna casi toda Latinoamérica desde hace doscientos años. Son tan poderosos que ni siquiera levantan sospechas. Todo para que el único dueño de esa empresa fuera cada día más rico, bien que ahora sea de los más ricos del cementerio donde esté enterrado.

Por eso no comprendo que el Tribunal Supremo de la madre patria no haya considerado atenuante el que el juez tuviera que hacer ese trabajo de información bajo la presión de un grupo informativo tan poderoso, que ha dictado las actividad de los gobiernos sin que nadie se haya atrevido a llamarlo dictadura. Sólo es explicable la condena por una retirada de apoyo al honesto juez. Del mismo modo que le han dejado colgado en las escuchas le pueden dejarle con la investigación del franquismo porque, si quisieran, presionarían de tal modo al tribunal que se inventaría una escusa para dejarlo en libertad, igual que ha hecho considerando cohecho impropio prescrito el prevaricato y la extorsión a sus enjuiciados para que le pagaran los cursos de Nueva York que no habrían prescrito.

Es la reflexión que me brota recién, mientras escucho tocar en la calle de La Paz a un pedigüeño la linda música de ‘El cóndor pasa’, a cierta distancia de la política española y desde la libertad que da la altura del altiplano.

Jennifer García

*Este diario no se hace responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores

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