El alcalde recibe a los veintiocho niños saharauis acogidos este verano por familias

Veintiocho niños saharauis recién llegados de los campos de refugiados de Tinduf han sido recibidos esta mañana por el alcalde de Pozuelo, Jesús Sepúlveda, dentro de los actos organizados por el Ayuntamiento como bienvenida al municipio: un almuerzo, regalos, un cuentacuentos y un recorrido en trenecito por la localidad.

El alcalde de Pozuelo de Alarcón, Jesús Sepúlveda, ha recibido esta mañana a los veintiocho niños saharauis que acaban de llegar a la zona noroeste de Madrid en acogida familiar organizada por la asociación Bir Lehlu. En la recepción oficial, que ha tenido lugar en las dependencias del Ayuntamiento, también ha estado presente el concejal de Relaciones Institucionales, Mariano Pérez-Hickman Silván. Los alumnos han acudido con sus respectivas familias adoptivas y han explicado al alcalde cómo se lo están pasando durante estas vacaciones que para ellos empezaron con su llegada a Barajas el pasado 20 de junio.

Ir a la piscina, jugar al fútbol o ir de excursión todos juntos son algunas de las actividades que los niños saharauis han relatado esta mañana al alcalde, quien además de charlar con ellos les ha repartido regalos y ha compartido el almuerzo con el grupo. A continuación, los pequeños, acompañados de sus padres y hermanos adoptivos, han disfrutado de las demás actividades organizadas por el Ayuntamiento, a través de la Concejalía de Relaciones Institucionales, para dar la bienvenida al municipio a los niños. Los pequeños han asistido a las instalaciones de la biblioteca municipal “Miguel de Cervantes” para disfrutar del espectáculo de un cuentacuentos. Por último, el grupo ha disfrutado de un paseo en tren por los parques y jardines de Pozuelo, así como por su centro.

Estos niños, procedentes de los campos de refugiados de Tinduf, tienen entre 8 y 12 años y estarán con sus familias de verano durante los meses de julio y agosto. A lo largo de este tiempo se libran del terrible clima estival del desierto, son atendidos médicamente, reciben una alimentación que compensa las grandes carencias que sufren en sus campamentos, desarrollan enormemente sus conocimientos y establecen lazos afectivos con las familias de acogida, una unión que en muchas ocasiones se prolonga.