La Guindée
Y lo hacía al tiempo que despotricaba por lo bajini como si estuviese desfogándose de algo o contra alguien. ¿Qué te pasa, compañero? ¿A qué viene ese malhumor?, le dije. Nada, me respondió. Cosas de la Contrata. Que nunca se dan por satisfechos... Bueno, todos tenemos problemas en nuestro trabajo, le contesté tratando de calmarlo. Y todo por culpa de La Guindée, me interrumpió mi amigo sin apenas escucharme. ¿La Guindée?, le pregunté. Sí, La Guindée. Y como mis jefes son unos calzonazos, nosotros a tragar... La verdad es que no entendí nada de lo que me quiso decir mi amigo ni de la razón de su enfado, pero como a mí, en aquel momento, sólo me interesaba encontrar un Sanecan, le dejé seguir desfogándose con las hojas secas y me fui.
Cuando encontré el Sanecan y pude dejar el paquetito en su interior me puse a cavilar sobre quién podría ser aquella La Guindée que tanto cabreaba a mi amigo. Me extrañaba que fuese una palabra francesa y que, sin embargo, el barrendero la pronunciase tan correctamente, aunque cosas más sorprendentes he visto después de haber estado en la vendimia francesa.
Y como uno empieza a tener ya sus fuentes en el corazón del Ayuntamiento, averigüé que La Guindée es Pilar Garrido, la Concejal de Contratación y Patrimonio. Y que le llaman la Guindée por lo estirada que es y por su insultante suficiencia.
¿Una concejala y yo con estos pelos? Y así fue como comencé con mi investigación sobre esta presumida mujer para traerla a esta galería de concejales.
Tras ardua labor fui conociéndola mejor y entendí la razón de las razones por las que la llaman La Guindée. Y es que, al parecer, Pilar es Diplomada por la Escuela Nacional de Administración Pública Francesa. Merde alors. Y ese es un dato irrefutable e importante. Y más, si pertenece, como pertenece, al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado. Con ese currículum, claro, ¿cómo quieren que se comporte esta mujer? Pues, como una estirada. Pozuelo no es el destino adecuado para mujer tan importante. Es más, yo creo que Pilar está en este pueblo para hacernos un favor.
Claro que a mí, en particular, me seducen las mujeres de su prestancia intelectual y les perdono casi todo. Y más si es una mujer de educación francesa. Oh la la. Ese tipo de mujer me pone un montón. Es más, La Guindée me ponía tanto (intelectualmente claro), que no tuve más remedio que intentar conocerla personalmente. Su cultura francesa ejercía sobre mí una especie de atracción fatal irrefrenable y el cuerpo me pedía un tête à tête con ella. Me producía morbo conocerla y, ¿por qué no?, ver físicamente el tipo de mujer que tanto enojaba a mi amigo el barrendero y a otras concejalas, como también pude averiguar a lo largo de mi investigación.
Y, como el que la sigue la consigue, un día la vi. Fue casualidad. Yo estaba en un bar. Me miró a pasar. Yo le sonreí y le quise hablar. J'ai merdé. Me dijo que no. Que otra vez será. Y en ese momento entendí que Pilar fuese La Guindée. Pilar no era una estirada, era una diosa. Ella estaba por encima de todas la cosas. Y comprendí que todo le dé igual en Pozuelo. Y que sea poco sociable y respondona. En ese momento adiviné por qué Pilar pasa de actos públicos o actos del partido y por qué, en definitiva, los pozueleros no están preparados para tener en su Ayuntamiento a una mujer de sus prestaciones y posibilidades (intelectuales, claro).
Y desde ese día, voy como loco buscando a mi amigo el barrendero para decirle que si anda “jodido” con La Guindée que se aguante. C'est la vie, mon ami. Que yo estoy igual y me aguanto. C'est l'amour.
Este diario no asume como propias las opiniones difundidas a través de las colaboraciones y cartas al director que publica.
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