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Entrevista a Mario Palacio, nuevo párroco de la Asunción de Nuestra Señora

Entrevista a Mario Palacio, nuevo párroco de la Asunción de Nuestra Señora

Hablamos con Mario Palacio, el nuevo párroco de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, para conocer un poco sobre su persona y las primeras impresiones tras su llegada a Pozuelo de Alarcón.


P. Ya lleva algunas semanas como párroco ¿qué se imaginaba antes de llegar a Pozuelo? ¿Ha cambiado mucho la idea que traía? ¿Qué le ha sorprendido más? ¿Cuál es el perfil medio, si lo hay, de sus feligreses?

R. Después de tres semanas en Pozuelo me doy cuenta de que no es un barrio residencial periférico de Madrid sino que es un pueblo con entidad propia, con historia y con una vida social (popular) muy activa.

Ha cambiado bastante la idea que tenía y me ha sorprendido la cantidad de gente que se mueve por la calle, que llena la plaza y también otros muchos lugares; y que quieren a su pueblo y, como puede comprobar el día de la fiesta, que quieren también a su patrona Nuestra Señora de la Consolación.

Veo que hay mucha diversidad de gente en el pueblo pero es muy pronto aún para poder saber cuál sería el perfil para tener una valoración mínimamente realista.

P. ¿Echa de menos algo de lo que tenía antes?

R. Gracias a Dios echo muchísimas cosas de menos de la etapa anterior porque siempre donde he estado he encontrado muchísima gente buena y muchísimas ocasiones para dar gracias a Dios pero también tengo muy claro que cuando uno mira hacia atrás se convierte en estatua de sal.

El Señor nos invita siempre a mirar hacia delante y por tanto miro con esperanza y muchísima ilusión el futuro en la parroquia de la Asunción de Pozuelo en la que poder servir, impulsar y acompañar todas las actividades que la comunidad parroquial tiene, aquellas que vayamos descubriendo como caminos de encuentro y posibilidad de que Dios se haga más presente cada día en nuestras vidas, en nuestras familias y en toda nuestra sociedad

P. ¿Qué actividades quiere impulsar?

R. Nos gustaría a don Daniel y a mi acompañar todas las actividades que ya hay y en la medida en que podamos impulsar la catequesis y las actividades familiares sobre todo

P. Su parroquia está situada en la zona más humilde de un municipio famoso por tener la mayor renta per cápita de España ¿La acción social de la Iglesia dónde queda?¿Qué responsabilidad tiene que tener el párroco?

R. He estado los últimos 10 años en uno de los barrios más castigados de Madrid por la crisis económica y situaciones de pobreza y vulnerabilidad social, y en todo momento hemos tenido todos los recursos que necesitábamos para atender a las personas, recursos no solo económicos sino también de cristianos que venían de otros lugares y comunidades parroquiales para apoyar y arrimar el hombro.

La acción social de la Iglesia no conoce de zonas porque hay una comunicación cristiana de bienes.
Creo que ahí siempre los obispos y también los sacerdotes han tenido una responsabilidad grande en acompañar, animar y estar cerca del dinamismo de la Caridad en la Iglesia

P. ¿Usted cree que la Iglesia está en deuda con la mujer?

R. En María encuentro modelo y ejemplo para mi vida en todo momento.

P ¿Por que es importante que se imparta religión en los colegios? ¿Cómo estamos educando a nuestros hijos?

R. En el mundo de la educación encontramos hoy en día muchísimas posibilidades y muchísima responsabilidad de la Iglesia, por tanto para con nuestra sociedad.

El Papa Francisco nos invita a buscar momentos y lugares de encuentro y a generar una verdadera cultura de la vida y reencuentro en la que la educación es fundamental. La Iglesia tiene la preciosa tarea de responder a la demanda y la necesidad legítima de los padres de educar a sus hijos conforme a sus propias creencias y valores, al mismo tiempo que enriquecer como siempre ha hecho e iluminar la educación y a unas nuevas generaciones en las que a veces hemos cuidado todo lo material y hemos olvidado los verdaderos, auténticos y eternos valores.

P. ¿Qué tipo de sacerdote es usted?

R. Eso es mejor que lo digan de uno que decírselo uno a si mismo. Me gustaría que dijeran que soy un cura-cura sin más...

P. ¿Que pecados le provocan más indulgencia?

R. Todos, todos los que somos capaces de reconocer aunque los vivamos con dolor o como una herida del corazón o de la propia historia.

P. Dentro de su oficio, ¿qué obligaciones y qué rutinas satisfacen más y cuáles son las que lleva peor?

R. Ser sacerdote podría decir sin ninguna duda que es lo mejor que me ha ocurrido en mi vida. Soy uno de esos pobres hombres que saben que “Dios ha tenido misericordia de mí” y que “soy lo que soy por su gracia” (este es el lema de mi ordenación en 1ª Corintios, 15).

Siempre me maravilla, me siento desbordado por el privilegio que supone, sin ser nadie por uno mismo, poder estar presente y compartir los momentos fundamentales de cientos de personas y familias: cuando ven nacer a sus hijos y los traen a la iglesia para bautizar, o bendecir en nombre de Dios su amor en el matrimonio, o acompañarles cuando inician su camino hacia el cielo y decir alguna palabra aún cuando se es consciente de que el silencio es lo más adecuado para hacernos caer en la cuenta de que Dios acompaña nuestro dolor y nos ofrece la vida eterna.

Es precioso saber que Cristo quiere estar íntimamente unido a los niños que le reciben con el corazón y el alma abiertos por primera vez en la Eucaristía para ser ya siempre su alimento del alma, o en aquellos adolescentes y jóvenes que quieren que su navegar por este mundo sea impulsado por la fuerza del Espíritu Santo que la confirmación nos garantiza. Uno jamás termina de acostumbrarse de ser cauce de mediación del perdón de un Dios que nos da paz cuándo sentimos la herida del pecado que hemos cometido e incluso a veces del que hemos recibido.

A veces lo que más me cuesta es ser expresivo y, por timidez o por vergüenza de lo que puedan pensar, saludar a las personas con las que te vas encontrando por la calle y que todo el mundo pueda emitir un juicio

P. ¿Cómo vive un sacerdote?

R. Como puede... jejeje... muy normal creo yo...

P. ¿Qué literatura le gusta? ¿Qué libros recomienda?

R. No se si por suerte o desgracia soy más de cultura audiovisual, pero en el seminario he tenido la suerte de aprender a gustar la lectura y siempre recomiendo a Jesús Sánchez Adalid por ser muy fácil de leer y se aprende mucho. También me gusta mucho Dominique Lamiere; me marcó “La Ciudad de la Alegría”, “Oh Jerusalén”. Morris West escribe tan ágil y enseña mucho. Mi madre me metió en un grupo de intercambio de libros que tiene con sus amigas y ahí me he podido leer casi todos los best sellers de los últimos quince años

P. ¿Y en sus ratos libres? ¿Practica algún deporte?

R. En mis ratos libres me gusta mucho dar paseos con amigos, si puede ser por la montaña mejor, ver películas de vez en cuando y nadar o salir a correr con un grupillo de amigos.

P. ¿Cómo valora al Papa Francisco y el arzobispo Carlos Osoro? Ambos han cambiado el tono de sus mensajes con respecto a sus predecesores.

R. Supongo que uno no es la medida de las cosas como para hacer una valoración, pero sí que tengo una cosa clara: vivo absolutamente confiado en la guía del Espíritu Santo sobre la Iglesia.

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