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Pozuelo de Alarcón

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La Unión y Quijano, dos amigos que revolucionan el auditorio El Torreón

La Unión y Quijano, dos amigos que  revolucionan el auditorio El Torreón
<"noticia_intro">La luz morada del escenario tan sólo dejaba entrever su silueta. Sin embargo, el público de Pozuelo de Alarcón, ya impaciente, reconoció a la perfección la figura de Rafa Sánchez, el conocido vocalista de La Unión. Los primeros aplausos de la noche se dejaron oír por encima de los acordes de lo que sería su tema de bienvenida, 'Vuelve el amor'<"color: #000000;"><";">.

«¡La vida es mágica, el amor es mágico, la noche es amor!». Bajo este lema, Rafa Sánchez, con un look muy ochentero y escondiendo bajo unas grandes gafas los inevitables síntomas de la edad, dio el pistoletazo de salida a un concierto que sin duda recogería lo mejor de La Unión. Una banda en estado puro, sin necesidad de demasiados adornos, ni complejas escenografías.  

Ritmo, color y muchas ganas de bailar fue lo que no faltó. La Unión supo recoger, en la escasa hora y cuarto que duró su concierto, los mejores éxitos de un grupo que cuenta con una carrera de más de 25 años. Pero no como siempre, el espectáculo estaba montado gracias al movidizo ritmo 'discotequero' que acompañaba a todas las canciones, y sobre todo, por la destreza de un Rafa que conquistaba a su público en cada una de ellas.
Sensualidad y complicidad era lo que transmitía la voz del cantante con sus continuas alusiones y referencias a las más de 1.600 personas que se congregaban ayer en el Auditorio El Torreón. «¡La noche es amor!, sólo tenemos una hora para hacerlo, ¡vamos a ello!». Así presentó uno de los temas más calientes de la noche, 'Más y más', mientras que lentamente se despojaba de su chaqueta.

Sin que en ningún momento dejaran de sonar las palmas de un público totalmente entregado, La Unión fue reviviendo cada uno de los temas que componen su último álbum recopilatorio 'Love Sessions'. 'Falso Amor', 'Fueron los celos', 'Mala Vida' o 'Ella es un volcán' fueron capaces de resucitar la filosofía positiva de los años de la movida.


Una sorpresa llegada desde Escocia

Probablemente la sorpresa del concierto vino de la mano de la última incorporación del grupo, Emma Brodie. «La polifacética escocesa», tal y como la presentó Rafa, demostró su maestría y entrega a la batería. El toque femenino que tanto necesitaba La Unión, a pesar de su corta edad, resultó ser un elemento imprescindible en todo el concierto. Pero fue con un tema en particular cuando Emma mostró toda su fuerza bajo el sonido de un nuevo instrumento. 'Silvadia', la canción que parecía aportar el tono romántico de la noche, se convirtió en una inesperada timbalada, gracias al ritmo de un yembe que Emma tocó con destreza y soltura.

A las 23:10 horas el concierto comenzaba a tocar su fin. Pero todos sabían que faltaba una canción. Entre el público comenzaban a oírse los primeros aullidos. No podía haber una mejor forma para despedirse que con su famoso lobo. Aunque la luna llena no acompañaba en Pozuelo, 'Lobo Hombre en París' hizo que desde el escenario sólo se vieran brazos alzados y gente saltando. A pesar de los continuos gritos del público solicitando más canciones, La Unión prefirió que sus fans se quedaran con el recuerdo de ese lobo que este año cumple nada más y nada menos que 23 años.

Completamente desterrada la idea de que los viejos grupos no tienen nada que hacer en el panorama musical actual, Rafa, Mario (guitarra) y Luis (bajo) demostraron a el Auditorio El Torreón que el espíritu de los años 80 aún permanece muy vivo.


Y comenzó el Sonido Quijano

Fue el mismo Rafa el encargado de presentar al que consideró su colega. El público no tuvo que esperar demasiado para que nuevamente las luces del escenario iluminaran al que sería el otro gran showman de la noche. Traje, corbata negra y guitarra en mano. Así apareció en la oscuridad Manuel Quijano, muy bien acompañado por sus seis músicos.

Sin dar tiempo a presentaciones ni saludos, el mayor de los hermanos Quijano comenzó cantando uno de los temas que componen su primer trabajo en solitario, 'Paco'. Todo hacía suponer que en el tiempo de concierto que aún quedaba por delante, Manuel lo dedicaría a presentar esas '11 vidas' que componen su nuevo disco, pero fue una equivocación.

La presentación de sus 'Vidas y Venidas' duró poco. Pronto el cantante se aferró a todos los éxitos que le hicieron famoso junto a sus dos hermanos en el desaparecido grupo Café Quijano. La primera en llegar fue una  mujer que todo el público conocía muy bien. Con 'Lola' comenzaron también los primeros saludos de Manuel, que el público no tardó en responder con aplausos y piropos.

 El artista demostró su destreza y seducción introduciendo cada una de las canciones con una pequeña historia personal que solía levantar el furor de las muchas mujeres que se agolpaban en una primera fila abarrotada. 'No tienes perdón', la famosa 'Taberna del Buda' o 'Dame de tu boca' fueron algunos de los temas que el artista recuperó, conociendo de antemano el clamor que despertaban en su público.

Pese a que con el paso de los minutos cada vez se evidenciaban más las secuelas que su larga gira estaban provocando en su garganta, no cabía duda que el Sonido Quijano se mantenía vivo en cada uno de los rincones del escenario. Manuel bailaba y hacía bailar.

Y fue él mismo el que se despidió improvisadamente con un trepidante grito de ¡Arriba! Pero tan sólo fue el punto y aparte de un concierto al que aún le quedaba lo mejor. Los incansables gritos de un público que solicitaba su vuelta al escenario no cesaban, y Manuel no tuvo más remedio que regalar a todos los presentes dos de sus temas más conocidos. Tras mostrar su alegría por compartir escenario con un grupo como La Unión, sonaron los primeros acordes de 'Tequila'. Pero lo mejor estaba por llegar. El esperado tema con nombre de mujer, 'Magdalena', puso el broche final a un concierto en el que no faltaron toques de humor, seducción y mucho ritmo.

A las 00:45 h. el espectáculo llegó a su fin. Dos conciertos, dos artistas, dos supervivientes que compartieron escenario y noche. Una noche en la que todo Pozuelo pudo disfrutar de la magia y la entrega de la música de dos generaciones.

 

 


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